La institución para la que trabajo, aprovechando la Semana Santa, me ha enviado al convento de las Angélicas para vivir la clausura desde dentro.
Debo agradecer a todas la hermanas y en especial a la abadesa, el haber actuado como si yo no estuviera, como si mi presencia no alterara ni lo más mínimo la vida del convento.
En unas semanas el artículo estará preparado y tal y como les he prometido, con la venta del mismo compraremos un nuevo horno para la antigua cocina de Sor Avelina.
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